Cali. Inteligencias y torpezas en el fútbol local
Rui
Cano
Espía in-oficial de un país enemigo
Noviembre 2018
Hasta
ahora no se ha encontrado ningún tipo lo suficientemente inteligente
para declararlo dictador de todos las escuelas y colegios de Cali.
Sólo un amaestrador de escolares sería el único capaz de enderezar
las incorrecciones de nuestro galimatías educativo. Parece que los
escolares caleños sólo quieren ir a estudiar los días que llueve.
Y eso, sólo para escampar e impedir que se moje su pelo
engominado. Apenas llegan los días soleados, se les revuelve el
Diablo que llevan dentro, y todos van a parar al río Pance.
Las
Monjas del Sagrado Corazón de Jesús dicen que no existe un sólo
muchacho de las escuelas y colegios de Cali, que no se haya escapado
de clase para ir a nadar y fumar yerba-buena a los campos verdes y
frescos de Pance. Ahora entendemos porque los escolares caleños
sólo tienen buenas notas en natación y en tirar señales de humo.
Por eso muchos se quedan tan brutos como nuestro producto nacional, y
terminan siendo hinchas del Deportivo Cali. Yo juraría que un jovén
que sale de casa con su uniforme planchado y los zapatos lustrados,
que va al colegio y cumple con sus deberes, no se le va a ocurrir
nunca ser hincha del Deportivo Cali. Ya existen estudios de
universidades extranjeras, que demuestran que en Cali en cuestiones
de fútbol sólo existen dos categorías de personas: caleños
brutos, con una gran tendencia hacia el mal, y americanos
inteligentes, con una tendencia natural hacia los más altos valores
humanos.
En
mi caso digo con mucho orgullo que no terminé el colegio, pero eso
no pasó porque yo fuese bruto, perezoso o palmirano, sino porque yo
quería desde muy temprano ganarme mi propio billete para librarme de
las enaguas de mi madre. Librarme de las reprimendas de mi madre no
lo logré, pero en lo que respeta a dinero el asunto marcha sobre
ruedas, pues yo cada mañana voy a cargar canastos, y el dinero se
desliza en mi bolsillo mientras yo camino y cargo. El que yo me gane
mi propio dinero me ha servido para ser un ser independiente y libre
de prejuicios. El hecho que yo tenga una mala opinión sobre los
caleños, los tulueños y los palmiranos no significa tener
prejuicios sino tener claridad en la mente, saber con quién uno debe
juntarse, y sobre todo saber cuándo y con quién uno debe de tener
cuidado. Un antiguo adagio valluno dice: “si te encuentras con un
ladrón cuida tu bolsa, si te encuentras con un hincha del Deportivo
Cali, cuida tu bolsa, tu honor y tu decencia”. Y eso corresponde
exactamente con la realidad. En nuestra capital las personas de bien
saben que cuando los perturbados del Deportivo Cali juegan de
locales, uno puede dejar las puertas abiertas, pues los ladrones, los
bandidos y los atravesados están todos en el estadio.
Hoy
más que nunca es necesario advertirle a los jóvenes de Cali, que se
alejen de ese equipo verde, pues ser hincha del Deportivo Cali no es
una afición deportiva sino un disturbio mental. Y de verdad que esto
es muy urgente, pues hasta el día de hoy los colegiales de Cali sólo
han aparecido en la palestra pública por hechos dolosos y
vandálicos. Lo último que hicieron esos malcriados fue toda una
infamia. El pasado 25 de Julio, el día en que se celebra el
nacimiento del primer caleño, les dio por quemar en plena vía
pública “La María”, el famoso libro de Don Jorge Isaac, y la
Santa Biblia, ese libro santo, que por directo encargado de Jesús
imprimió un día el Reverendo Padre Hurtado Galvís. Y todo ocurrió
en medio de los aplausos de los desocupados que van de arriba abajo y
de abajo arriba por el Puente Ortiz. Hasta ahora nunca he visto tanta
irreverencia junta. Eso fue toda una barbaridad, pues esos dos libros
son los únicos libros sagrados que se han escrito en esta ciudad.
Ahora sólo falta que quemen las obras completas de Rafael Pombo y de
Don Tomas Carrasquilla, entonces sí que toda la ciudad se va a
quedar bruta, y eso para siempre.
¿Cómo
poder explicarle a una turba de brutos las diferencias que hay entre
el América y el Deportivo Cali? ¿Cómo explicarles que los partidos
del América no son encuentros de fútbol sino espectáculos
artísticos? Algún día comprenderán que para ser hincha del
América no hay que pensar mucho sino simplemente hacerlo, como
sucede con las cosas importantes de esta vida. Tal como la lluvia que
antes de caer no se pone a pensar a quien va a mojar, así somos los
hinchas del América, echados pa' delante, nosotros no pensamos sobre
el América sino que lo amamos y punto.
Y
aunque el amor derrumba montañas, también es cierto que no lo puede
todo. A pesar de que millones de personas en todo el mundo rezan con
fervor para que el América gane, sin embargo nuestro equipo cayo de
bruces en las categorías inferiores del fútbol colombiano. En la
época cuando el América era un equipo rico, creíamos que todo se
podía lograr, y la lujuria, la avaricia y la soberbia conquistaron
el corazón de sus dirigentes. Eso no podía durar para siempre, y
como se dice, no todo puede ser fiesta en la viña del Señor. Por
culpa de la soberbia es que el América ha caído tan bajo, y tuvo
jugar en la categoría novena del fútbol nacional, donde solo es
permitido jugar eso que se llama futbolito. Y para los que no lo
saben, en el América la soberbia estaba personificada por un tipo al
que llamaban el Dr. Ocho-A, quien era más malo que el Dr. Fu Manchú.
El tal Ocho-A era un mata-sanos, que se presentaba a sí mismo como
el mejor entrenador de fútbol del mundo. En su hoja de vida estaba
escrito que él había ganado veinte y cinco Campeonatos Nacionales,
catorce Copas Libertadores, nueve Copas de Europa, y tres Copas del
Mundo. Algunos de sus admiradores, que eran muy pocos, decían que él
le había enseñado a jugar fútbol a Maradona, a Iniesta, a Leonel
Messi, a Falcao y al negro Boogalow. Pero como todos los humanos, el
genio del Dr. Ocho-A también tenía sus debilidades. El tal Dr.
Ocho-A era el rey de la inmodestia y la presunción nacional, parecía
argentino. Él encarnaba la soberbia de los pies a la cabeza, odiaba
a los negros y le gustaba maldecir a la Santa Madre Iglesia. Un día
le preguntaron: ¿por qué
no juega el Alegría Valencia? (un negro de Puerto Tejada que era el
mejor jugador del mundo), el Ocho-A respondió: !porque no me da la
gana!, y aunque un ángel bajara del cielo y me dijera al oído que
seriamos campeones si juega el “Alegría Valencia”, aun
así no jugará. ¿Ha visto alguien tanta insolencia? Semejante
irreverencia suena a blasfemia pura, a injuria de la buena.
Y
por ahí empezó la cosa. Desde que el presumido del Ocho-A soltó
semejante blasfemia, Dios le echo las tres bendiciones al revés a
nuestro equipo, y desde entonces no paramos cabeza. Por eso creo que
en vez de obligar a los jugadores a entrenar, lo que deberían de
hacer era visitar al Señor de los Milagros. Al menos así rezarían,
y rezar no le hace mal a nadie. Pero ni pensarlo, pues como están
las cosas, es muy difícil que un jugador de fútbol, después de
haber estado en el bailadero hasta las cuatro de la mañana, tenga
fuerzas para ir hasta Buga para arrodillarse frente al milagroso.
Y
aunque por el América las cosas no andan muy bien que digamos, eso
no es razón para hacele buenos ojos al vecino verde pálido. Para
los americanos el mejor consejo es alejarnos lo máximo posible de
todo lo que tenga que ver con ese equipo. Yo he experimentado en
carne propia que nombrar al Deportivo Cali es como tomar “Bilongo
cruzado”. Se dice que cuando un hombre dice en voz alta ese nombre
maldito, no puede estar con su negra los tres días siguientes. Y es
verdad, que uno se siente desmejorado e impedido. Esa es la
maldición de ese equipo. Todos sabemos que el Bilongo fue inventado
para estar pegado a las faldas de la negra todo el día, pero con la
maldición que le echo el Señor al Deportivo Cali, las cosas son al
revés. Si uno nombra públicamente al Deportivo Cali todo se pone
frio y oscuro, y las ganas se pierden.
Profesores
de la Universidad del Valle, que normalmente se ocupan haciéndole
pruebas de calidad a los 159 tipos de café que tuesta la fábrica de
Café Águila Roja, en un acto poco acostumbrado, decidieron un día
interrumpir su labor gustativa, para hacerle un test de inteligencia
a los hinchas del fútbol en la capital vallecaucana. Los resultados
fueron los esperados. Los americanos somos tres veces más
inteligentes que los caleños, y a estos últimos la inteligencia no
les alcanza ni siquiera para mascar chicle y caminar al mismo tiempo.
Los
hinchas del Deportivo Cali todavía no
saben
que Caperucita
Roja
se
comió al lobo,
y no tienen ni idea que todas esas estrellas que tienen en su escudo
les fueron regaladas. Pocos lo saben, pero en la época cuando el
Cali quedaba campeón del fútbol
colombiano, el presidente del Cali era a la vez el presidente de toda
la república, y claro, con lo peligroso que es este país, que
árbitro se iba a atrever a pitar un penalti contra ese
equipo,
ni bobo que fuera. Eso es lo mismo que pasa en Italia, donde el
presidente de un equipo es el presidente de toda Italia, y su equipo
no se cansa de ser campeón; igual sucede en Alemania, donde el
gordito que es presidente de todos los alemanes es a la vez jefe de
la policía y el
dueño
del
Bayern
München,
y ahí está que München
suma campeonatos así como la gente colecciona estampillas o
deudas por pagar.
De ese modo hasta el Atlético Jamundí podría ser un día campeón
de fútbol
de toda Colombia,
y
sin ninguna duda que podría ser el Campeón de Europa y África
juntas.
A
pesar de que mi mujer nunca ha podido entender lo que es un “fuera
de lugar”, ella también está muy preocupada por el América, y me
dice que lo mejor sería que compraran jugadores en los Estados
Unidos, pues los grin-goes son los que mejor hacen las cosas en este
mundo, y seguro que ellos deben de tener más jugadores de fútbol
que perezosos Palmira. La idea no la encuentro muy disparatada, pues
cada vez que nuestra selección se ha enfrentado con al selección de
los grin-goes, los nuestros han regresado con los costales llenos de
goles. De todo lo que dice mi mujer, lo que más me ha dejado
pensativo es que ella opina, que en vez de importar jugadores malos
de Argentina o Panamá, se deberían de importar autos bonitos. Así
uno saldría a la calle y podría ver un Lamborghini,
un Porche o un Ferrari, y eso sería mucho mejor que ir al estadio a
ver jugadores que parece que se pusieran los zapatos al revés, pues
como ustedes muy bien lo saben, los jugadores colombianos se paran
muy bien, el problema es cuando empiezan a moverse.
Un
día que yo andaba dando vueltas por Cali, me metí de cuerpo entero
en la Catedral, para escuchar la misa del reverendo Padre Alfonso
Hurtado Galvis. Yo quería escuchar al padrecito anunciando los goles
del América desde el propio púlpito de la Catedral. Les cuento que
eso sí fue algo bonito. Cuando el padrecito decía: venid benditos
de mi Padre, tomad posesión del Reino, preparado para vosotros desde
la creación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer,
tuve sed y me disteis de beber..., la voz le salía igualita que en
la radio. Y cuando el Padre levantaba las manos hacia el cielo, la
cabeza se le iluminaba como si fuera todo un santo. Por eso yo no
entiendo porque el Papa de Roma no lo ha nombrado Santo oficial de la
Iglesia Católica. Eso sería mucho mejor que si lo nombraran
Cardenal, pues en el puesto de Cardenal no se gana tanto billete como
en el puesto de Santo. Yo pienso que si se nombró santo a San
Antonio por conseguirle novio a las solteronas, por qué no nombrar
santo al Padre Hurtado Galvis, quien en 19.423 locuciones radiales le
ha conseguido empleo a cuatro millones de caleños, que se estaban
haciendo los majaderos y no querían trabajar.
En
mi pueblo se dice que solamente con recibir la bendición del Padre
Hurtado Galvis es suficiente para curar trece enfermedades, y que los
afortunados que logran que él les de la mano quedan bendecidos hasta
el final de sus días. El Padre Hurtado Galvís es el único
sacerdote colombiano que tiene permiso para decir la misa tres veces
al día, los otros curas sólo pueden decir una misa los Domingos.
Eso es así, porque la gran mayoría de curas colombianos son unos
principiantes, que no saben latín ni son capaces de hablar por la
radio, y a veces confunden la Biblia con la cartilla de la escuela
que escribió ese señor llamado “Alegría de Leer”.
Lo
más admirable del Padre Hurtado Galvis es que él no cobra por sus
trabajos, y todo el dinero que recibe se lo regala a los pobres. Se
imaginan ustedes a un alcalde o al dueño de un peaje haciendo lo
mismo. Otra cosa admirable del padre Hurtado es la fuerza y la
resistencia que tiene para trabajar. El Santo Varón da misa a las
siete de la mañana, al medio día y las seis de la tarde. Después
de la última misa sale corriendo para preparar su programa de radio,
que es el único programa de radio reconocido oficialmente por el
Vaticano, pues no hay habitante del planeta que se acueste sin oír
la voz del padre Hurtado Galvis. Si los empleados públicos siguieran
su ejemplo, Cali sería una ciudad tan rica como Nueva York, y en
ella vivirían tantos millonarios como en California, que es la
región más rica de toda Colombia.
Así
como el Padre Hurtado Galvis es hincha del América, toda la gente
inteligente de la ciudad también lo es. Ejemplo de ello son los
miembros de La Curia Episcopal, Los soldados del Batallón Pichincha,
los vendedores de lotería, las monjas del Sagrado Corazón de Jesús,
los músicos de la Orquesta Sinfónica Municipal, las vendedoras de
chontaduro y los chóferes del transporte público. Los únicos con
los que tengo dudas son el Alcalde y el Comandante de la Policía.
Como se puede ver, la mayoría de las personas inteligentes de la
ciudad son hinchas del América, pues ser hincha del América no es
una cosa de fortuna o de suerte sino de pura lucidez e inteligencia.
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